Catástrofe de Ribadelago (9 de enero de 1959)

La catástrofe de Ribadelago tuvo lugar el 9 de enero de 1959 cuando debido a la ruptura de la presa de Vega de Tera se inundó y arrasó el pueblo de Ribadelago, causando la muerte a 144 de sus habitantes, convirtiéndose así en la mayor tragedia de la Región Leonesa en cuanto a número de víctimas mortales causadas por el agua, que hasta entonces era la riada de San Policarpo de 1626 en Salamanca en la que murieron 142 personas. Asimismo la tragedia de Ribadelago es la segunda mayor catástrofe de España causada por la rotura de un embalse, tras la rotura del murciano Pantano de Puentes en 1802.


Causas

Según testimonios de trabajadores del embalse, las instalaciones tenían graves deficiencias estructurales como consecuencia de una mala construcción. El auscultor Ricardo Fernández Cuevas fue el encargado de analizar las causas de la rotura de la presa de Vega de Tera, así como de dar a conocer los informes oficiales y las investigaciones al respecto. Basó sus hipótesis de la rotura «en una cimentación muy superficial en los contrafuertes del 19 al 21. Relativamente mal dispuesta y una calidad de roca que es de la peor que hay en el sitio». También «a junta de campaña de mala calidad», que lo deduce del hecho de que en las inyecciones «corrió la lechada a lo largo de toda la junta de campaña hasta salir al pie del contrafuerte aguas abajo». Para Fernández Cuevas «la superficie resistente en ese nivel de la rotura debía ser tremendamente débil». En cuanto al proceso, Ricardo Fernández precisó que «muy probablemente lo contrafuertes 22 y 21 no se encontraron bien agarrados en la cimentación. Hasta cierto punto hubo una subpresión en la roca bajo contrafuertes, inmediatamente debajo de los contrafuertes. Y cuando se produjo esta primera rotura inmediatamente después cedieron los de los lados, 20, 19 y 18, ahí se hizo una brecha y fueron cediendo paulatinamente los contrafuertes de una margen y otra, en la margen izquierda hasta llegar a la zona de gravedad que resistió lo que pudo, y en la otra parte hasta el aliviadero, que era muy fuerte» y también aguantó en pie, «salvando al restode la presa».

Fotografía donde se aprecia la parte de la presa de Vega de Tera rota la noche del 9 de enero de 1959

 

Desastre

El Embalse de Vega de Tera  situado en el curso del río Tera era un pequeño aprovechamiento hidroeléctrico, ubicado en la comarca de Sanabria, que formaba parte de un sistema más amplio de lagos artificiales y canales denominado Salto de Moncabril. Era la noche del 9 de enero de 1959 una noche fría (con -18ºC) y lluviosa, la presa de Vega de Tera se encontraba hasta los topes debido a las lluvias torrenciales caídas durante el día y los precedentes en Sanabria. Entonces, a las 00:23 horas un sector de 140 metros de longitud del muro de contención de la presa se derrumbó dejando escapar casi 8 hm³ del agua embalsada. Ribadelago, situado ocho kilómetros río abajo, fue rápidamente alcanzado por una ola de agua procedente de la presa de 9 metros de altura sin dar apenas tiempo a los vecinos que sintieron un fuerte estruendo consecuencia de la ruptura y el torrente de agua posterior. Muchos de las edificaciones fueron destruidos por el agua, así como el ganado de los ribalaguenses que pereció en el 75% de los casos con la riada. Asimismo, fallecieron 144 personas, de las que tan sólo fue posible recuperar 28 cuerpos (las cruces en el pueblo viejo recuerdan las ausencias). Familias enteras perecieron, y el pueblo quedó completamente destruido a excepción de unas pocas casas. Dada la localización del pueblo y las infraestructuras de la época, las primeras asistencias no llegaron hasta la mañana siguiente.

Página del reportaje "Ribadelago, la Pompeya del agua" del semanario "Sábado Gráfico"

 

Consecuencias

El proceso judicial posterior seguido en la audiencia Provincial de Zamora culpó en exclusiva a un encargado de obra, mientras que los directivos de Hidroeléctrica Moncabril, la titular de la explotación, señalados en el proceso resultaron con penas de privación de libertad tan exiguas que nunca ingresaron en prisión y, tras los recursos interpuestos, fueron indultados por el Gobierno. El régimen franquista nunca depuró a los posibles responsables políticos e intentó en todo momento minimizar el alcance de la noticia de la catástrofe, que se saldó igualmente con exiguas indemnizaciones por cada fallecido, que fueron de apenas 95.000 pesetas por hombre, 80.000 por mujer y 25.000 por cada niño fallecido.

 

Construcción de Ribadelago Nuevo

Tras la catástrofe de Ribadelago en vez de reconstruirse el pueblo en su lugar original se eligió un nuevo emplazamiento, conocido como Ribadelago Nuevo y denominado entonces oficialmente Ribadelago de Franco, en honor al militar y el entonces jefe de Estado Francisco Franco. El pueblo nuevo se construyó con materiales y en una ubicación umbría poco afortunados otro pueblo aguas abajo, siguiendo el modelo de repoblación del Plan Badajoz, llamado Ribadelago de Franco (conocido popularmente como Ribadelago Nuevo), a un kilómetro al sureste del Ribadelago original arrasado, para realojar a los supervivientes que perdieron su hogar. Sin embargo, el conjunto arquitectónico del pueblo nuevo resulta completamente fuera de lugar pues se construyó siguiendo los modelos de un pueblo pacense o andaluz, con unas características muy alejadas de las autóctonas, muy poco apropiadas para las características del entorno, climáticas y paisajísticas.

Entrada al Ribadelago nuevo

 

Ribadelago en la actualidad

Situado en el Parque Natural del Lago de Sanabria, dentro del municipio de Galende, los orígenes del Ribadelago original hay que buscarlos en torno al año 920, cuando bajo la protección del rey Ordoño II de León fue fundado por los frailes de la Orden del abad Juan, que huía de la persecución a la que el califato de Córdoba sometía a los cristianos, encontrando protección en el reino de León. Se fundó así una aldea que basaría su economía en la ganadería y la agricultura viéndose brutal y cruelmente golpeada en sus perspectivas de futuro por la ruptura de la presa de Vega de Tera mediado el siglo XX.

Hoy día, tras la catástrofe, la población de Ribadelago se divide entre los dos asentamientos, siendo éstos el pueblo nuevo (104 hab.) y el pueblo antiguo (37 hab.). Los nombres usados en el diaelcto local son respectivamente "Al Puobro Viello" y "Al Puobro Nuovo". Este dialecto tradicional del pueblo es parte del llamado "senabrés" o "pachuocu", variedad local del leonés o asturleonés con algunos rasgos de transición al gallego. Este dialecto ha ido perdiendo fuerza en relación al castellano a lo largo de las últimas décadas si bien aún es conocido y hablado por parte de los ribalagueses, especialmente por los de edad más avanzada. En la obra "Leyendas, cuentos y romances de Sanabria" de Luis Cortés Vázquez se pueden encontrar precisosas muestras de la lengua tradicional de esta localidad.

Monumento erigido en Ribadelago en memoria de las víctimas de la catástrofe (Foto: FirkinCat)